Cada persona en el mundo actúa y percibe en función de determinadas creencias, valores o ideas formadas en el subconsciente. Es difícil percatarse de inmediato, a lo largo del día solemos hacer o evitar algunas actividades, producto de esto. Estos forman parte de los, llamados por la ciencia, sesgos cognitivos.
Existen ciertos hechos, algunos negativos, que involucran ideas que tenemos en el subconsciente:
Forma 1: Discutir, se gane o se pierda
¿No les ha pasado que discuten con alguien y continúan, aunque no tengan argumentos? Los científicos Hugo Mercier y Dan Sperber presentaron una teoría; según esta, los seres humanos discutimos para tener influencia en los demás.
Quizá esto sea un remanente de la antigüedad: ganar una disputa incrementaba la probabilidad de sobrevivir.
Forma 2: ¿Por qué comparamos lo incomparable?
Arraigado a muchos prejuicios. Con esto nos referimos a, erróneamente, comparar cosas por cualidades que nuestra mente les da. Un ejemplo puede ser que, mientras más brilla algo, más cuesta.
A veces pasa en casos obvios; el cerebro nos puede engañar cuando nos preguntan cuál pesa más, un kilo de plumas o un kilo de piedras. Al asociar el peso individual de estos objetos, pensamos que el de piedras pesa más.
Forma 3: Nuestro subconsciente generaliza demasiado
La desconfianza es un factor positivo en algunos casos. Creer que alguna cosa que consideras cierta siempre lo será, eres susceptible a engaños. Es un defecto de nuestro pensamiento del que se aprovechan los malos vendedores.
Es también un defecto que, luego de perder, desconfiar de todo el mundo.
Forma 4: Tanta gente no puede estar equivocada
Somos seres sociales y como tales, sentimos la influencia del grupo. Las creencias, reglas, leyes, tienen su nacimiento acá.
Ocurre igual con las creencias: es más probable que aceptemos algo como cierto si mucha más gente lo hace. Por eso, es raro adaptarse a un hecho aislado, del que muchos den por falso. Ante esto, se debe tener una visión crítica de las estadísticas.
Se conoce también como efecto manada. Es más evidente cuando empezamos a hacer las cosas sin cuestionarnos, solo porque la mayoría las hace.
Forma 5: Rimar sirve, le gusta a nuestro subconsciente
Cuando las personas ven eslóganes que riman, los perciben como más verdaderos. Las marcas han aprendido que una frase pegajosa en una campaña publicitaria es una herramienta que facilita el trabajo, además que permite recordar mejor la marca.
Forma 6: Solo confiar en los nuestros
Involuntariamente, dividimos a las personas en grupos. Confiamos más en aquellos con quienes estamos en el mismo grupo, sea en el trabajo o nuestro círculo social. En cambio, muchos son más recelosos y desconfiados con aquellos ajenos a estos grupos.
Por otra parte, también se suele sobreestimar el valor del grupo por sobre los demás.
Forma 7: El efecto IKEA
Es un sesgo cognitivo, que consiste en que le solemos atribuir mucho más valor a aquellos productos, en cuya construcción o fabricación, tuvimos una contribución.
En el aspecto cotidiano, cocinar es un ejemplo, pues disfrutamos más lo que hemos preparado nosotros. Este engaño de nuestra mente ignora las similitudes, incluso si los productos (comprado o hecho) llegan a ser idénticos.
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