Desde pequeños nos enseñan que la A es la primera letra del alfabeto y la Z es la última. Entonces, ¿por qué los teclados con los que escribimos no están hechos en orden alfabético?
Uno de los inventos más revolucionarios de la era moderna tiene esta estructura debido a su comodidad. Y es de suponerse que funciona, los teclados han mantenido el modelo Qwerty desde su creación en el 1868.
Pero, ¿cómo fue que se eligió el actual modelo rey de los teclados?
El ancestro del teclado
¿Recuerdan la máquina de escribir? Si alguna vez ha visto una en su vida, de seguro que recuerda que ya existía con la estructura igual o muy parecida a los teclados modernos, Qwerty.
Serie Remington, las primeras máquinas de escribir Qwerty
Lo gracioso es que las primeras máquinas de escribir eran justamente de orden alfabético y más que ayudar, esto resultaba incómodo. Otra curiosidad es que en esos primeros aparatos, presionar teclas juntas hacía que el rodillo que tenían detrás bloqueara estas letras.
La solución: nace el teclado Qwerty
Christopher Sholes fue quien en 1868 patentó la máquina de escribir comercial. El problema aun así existía. La idea que solucionó los bloqueos de teclas fue construir un nuevo teclado. Uno que tuviese las letras que se usaban bastante a una distancia conveniente. Tengamos en cuenta que el idioma original dominante del tecleo era el inglés, con palabras muy usadas como was o were, que al tener las teclas correctas próximas suele ahorrar tiempo al teclear.
¿Y la competencia?
Existen sistemas de teclado análogos al Qwerty, como el Dvorak, cuya distribución no podría corresponder a muchos quienes pasan horas tecleando. La simple razón es que muchos que lo hacemos no somos mecanógrafos, nos solemos tomar el tiempo. Aunque podamos escribir rápido y con pocos errores, no es una prioridad. La costumbre hace que la mayoría siga comprando el teclado Qwerty.
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